Al igual que muchos deportes contemporáneos, el boxeo en su forma actual nació en la Inglaterra del XIX, cuando el 9º marqués de Queensburry fijó las reglas que aún lo definen.
Pese a su origen británico, los norteamericanos dominaron la disciplina desde el principio, sobre todo en lo tocante a los pesos pesados. En la categoría reina, los inventores de este deporte tuvieron que conformarse durante un siglo con el breve reinado de Bob Fitzsimmons, un herrero nacido en Cornualles que despachaba a golpes a los clientes insatisfechos con el negocio que regentaba su padre.
Hubo que esperar desde 1899 hasta 1992 para ver de nuevo a un inglés ciñéndose la corona del peso completo, un honor que correspondió al célebre Lennox Lewis, nacido en el barrio de West Ham, pero criado en el sureste de Canadá.
Lewis es desde entonces la gran figura del boxeo británico, ya que entre sus logros se cuenta haber derrotado a Mike Tyson o ser el único campeón del mundo que se retiró conservando el título desde que Rocky Marciano lo hiciera en 1956.
Sin embargo, entre los tres cetros mundiales de Lennox Lewis (1992, 1997 y 2002), hubo otros dos ingleses que se alzaron con títulos de diferentes organismos boxísticos. El primero fue Herbie Hide, un púgil casi desconocido que conquistó el cinturón menor de la WBO. El otro, Frank Bruno, es el objeto de nuestra entrada de hoy.
Hijo de jamaicana y dominicano, Franklyn Roy Bruno nació en Londres en 1961, donde fue el clásico adolescente al que el boxeo salvó de la delincuencia. Empezó a entrenar con 14 años, se convirtió en campeón de Europa con 24 y en aspirante al título mundial al año siguiente, cuando perdió ante Tim Witherspoon en el estadio de Wembley.

Primer asalto al título contra Tim Witherspoon
La fama a nivel mundial le llegaría tres años después, cuando en 1989 optó de nuevo al cetro de los pesados tras derrotar a púgiles como Joe Bugner, famoso por haberse enfrentado a Joe Frazier y Mohammed Alí. En esta ocasión, el defensor del título no era otro que Mike Tyson, que derrotó sin problemas a Bruno por KO técnico en el quinto asalto.
Hubo una tercera ocasión para que Bruno se alzase con la corona de los pesados. Fue en 1993, cuando protagonizó la única final de la historia de esa categoría en la que ambos púgiles eran de origen británico. Enfrentado a Lennox Lewis en el estadio de Cardiff, el campeón anglo-canadiense defendía su cinturón por segunda vez, y consiguió retenerlo tras noquear a Bruno en el séptimo round.
Parecía que el campeonato se le negaba al de Hammersmith, quien sin embargo siguió acumulando méritos para optar al campeonato del mundo por cuarta vez.
Ocurrió el 2 de septiembre de 1995, de nuevo con Wembley como escenario. Enfrente tendría a Oliver McCall, que venía de arrebatar la corona a Lennox Lewis contra todo pronóstico y de defenderla con éxito ante Larry Holmes.
En un buen combate que dominó con serenidad, Bruno acabó imponiéndose por decisión unánime de los jueces, logrando tras cuatro intentos el objetivo de ser campeón mundial.
Sin embargo, la gloria le duró poco, pues su contrato decía que debía jugarse el título ante Mike Tyson tan solo seis meses después. Ése fue el tiempo que lo mantuvo, pues Tyson no le dio opciones y noqueó a Bruno tras tres asaltos en marzo de 1996.
Frank Bruno en su último combate, contra Mike Tyson (1996)
La contundencia del neoyorquino le dejó una lesión en un ojo que, unida al nivel demostrado por otros púgiles como Holyfield o el propio Tyson, aceleraron la retirada de Bruno. Tras ser campeón en su penúltima lucha y perder el título en la primera defensa, Frank Bruno colgó los guantes, en un un caso atípico de carrera con cénit tardío y retirada casi inmediata.
Al margen de sus méritos deportivos, Bruno se destacó siempre por ser un sujeto atípico. Ya en 1985 prestó su imagen a un videojuego de ordenador, siendo uno de los primeros deportistas de élite que lo hacía. «Frank Bruno Boxing» tenía una calidad notable para su época, y puede que algunos de los nacidos en los 80 aún lo recuerden con cierta nostalgia. Es el caso de quien escribe estas líneas, que tuvo por esta vía su primer contacto con la figura de Bruno, un personaje que sorprendía tanto por su apariencia como por su apellido, ambos inusuales en un inglés.
Otro aspecto extradeportivo que le dio popularidad fue su efímera carrera artística. Al igual que Joe Frazier en los 60, compaginó el ring con la música, pues grabó una versión más que aceptable de «Eye of the tiger», banda sonora de la película «Rocky» y tema boxístico por excelencia. Con él llegó a ocupar el puesto 25 de las listas británicas en las navidades de 1995 y gozó de un éxito relativo que coincidió en el tiempo con su reinado en los pesos pesados.
Ya retirado, mantuvo su presencia en los medios británicos gracias a pintorescas iniciativas como ser candidato de su circunscripción por el Partido Conservador, acuñando el lema «Don’t be a plank, vote for Frank» (no sea memo, vote a Frank). Puede que ni él mismo se lo tomase en serio, pues el resultado fue acorde con el slogan.
Un último aspecto lo hace especialmente célebre en un país que idolatra a sus hooligans, y es que pese a ser uno de los pocos campeones del mundo ingleses del peso pesado, en Inglaterra Bruno es conocido fundamentalmente por ser seguidor del West Ham United y amigo de Cass Pennant, el líder de la Inter City Firm, la banda de hools más célebre de todos los tiempos.
Según han contado ambos innumerables veces, se conocieron en 1982 en la estación londinense de Stratford, cuando cuatro boneheads neonazis rodearon al joven Bruno y lo amenazaron con sus cuchillos. Pese a ser ya un boxeador temible, Bruno tenía poco que hacer frente a cuatro individuos armados, por lo que se preparó para lo peor. Sin embargo, en ese momento cruzó las vías un negro enorme que le ayudó a poner en fuga a los atacantes. Sin darse mucha importancia, abandonó el lugar cuando hubo terminado con la amenaza.
Cass Pennant (izquierda) junto a Frank Bruno (derecha)
Años después, cuando se preparaba para ser campeón del mundo, Bruno coincidió en el gimnasio con su salvador, que ni siquiera recordaba la anécdota, sin duda una más en su amplio historial de violencia. Agradecido, el púgil se dio a conocer e invitó a Pennant a su siguiente pelea, nada menos que contra Mike Tyson en el Caesar’s Palace. Así dio comienzo una larga amistad que continuó cuando el ya célebre Bruno invitó a Cass a Jamaica para que éste pudiese conocer a su padre, sin el que había vivido desde su nacimiento.
Además de por haberle ayudado en una situación peligrosa, Bruno siempre ha manifestado su admiración por Cass Pennant debido a su lucha a la hora de visibilizar a la minoría negra del Reino Unido y de defender sus derechos, sobre todo en un mundo violento y mayoritariamente racista como el de los hooligans.
Aunque desde su retirada Bruno ha reconocido ciertos problemas con las drogas y ha hecho público que padece una enfermedad mental, su carácter afable y su lucha contra el racismo lo han convertido en un personaje muy apreciado hasta nuestros días, en los que sigue apareciendo en televisión y contando con el favor del público.