Posiblemente The Damned United no solo es la mejor película que se haya rodado jamás sobre fútbol, sino que también es el mejor retrato sobre Inglaterra. Es realista de una manera tan llana que simplemente crees estar viendo la realidad, como si la televisión se hubiese quedado encendida mientras sintonizaba los años 70 o fuese una ventana abierta con vistas a aquel momento.
A diferencia de otras películas que llevan la etiqueta de biográficas o de realismo social, en ésta los hechos no se presentan acentuados o retratados desde mil ángulos para entenderlos mejor; aquí las cosas tan solo pasan, y lo hacen de un modo tan natural, que por momentos se duda si las imágenes son reales o el director ha mezclado fragmentos auténticos con grabaciones de su cosecha.
Contiene los ingredientes imprescindibles para pintar Inglaterra y los años 70 sin incurrir en lugares comunes, pues no es fácil meter llovizna, ladrillo rojo, papel pintado, paisajes verdes, dureza industrial, pantalón ancho y fútbol agreste sin resultar previsible.
El éxito con el Derby County (pasó de 2ª División a ganar la Liga en 1972) llevó a Brian Clough al Leeds. Fracasó ante la hostilidad de los jugadores y el público.
Y si aquellos años que tanto se prestan al plagio consiguen esquivar la caricatura, la crónica de su fútbol no iba a ser diferente. No lo olvidemos: aunque a veces no lo parezca, esta película habla de fútbol, de cuando era una religión pedestre en los ambientes obreros que veneran divinidades cercanas a las que esculpen a imagen y semejanza de sus deseos.
Es justo ahí donde surgen figuras como Don Revie y Brian Clough, antagonistas que se parecen más de lo que creen o les gustaría, pues aunque Leeds o Derby admitan matices, ambas ciudades parecen salidas de un mismo molde creado en las fábricas que contienen, las mismas que han producido lugares análogos como Nottingham, Middlesbrough o los clubes de fútbol que habitan en ellos.
En ese contexto de humo y ladrillos, deporte y alcohol ayudan a conformarse e incluso a salir a flote, sin separarse mucho ni rubricar acuerdos que duren. Quizá por eso los escenarios donde (a veces) se alcanza la gloria sean tan poco vistosos, tan parecidos a factorías y estén repletos de barro. Es una imagen realista pero manoseada, de ahí el mérito de abordarla durante hora y media sin recurrir a arquetipos adicionales como los hooligans.
La historia de Brian Clough no los necesita, pues su figura salida del mismo fango donde forjaba a sus jugadores contiene todos los ingredientes para gustar por sí sola: autenticidad, trabajo, fuerza y ese punto de arrogancia inconsciente que tienen todos los que llegan arriba sabiendo lo que hay abajo.
La sombra de Don Revie frustró el trabajo de Clough en el Leeds. Con el tiempo las tornas se cambiarían: Revie fracasó como seleccionador de Inglaterra y Clough se convirtió en el mejor entrenador del país.
El viaje comienza en lugares impronunciables y húmedos que sin cambiar su esencia van apareciendo en el mapa, como ese Derby de medio pelo que acaba subiendo a Primera y ganando la Liga. Es eso lo más importante? Sin duda alguna, no. Lo que marca el ascenso de los ídolos cotidianos es el recuerdo de los desprecios vividos por el camino.
En el de Brian Clough, Don Revie y el Leeds United le ponen cara a su némesis, convirtiéndose en el rival a batir, más por cuestiones de índole personal que por otro tipo de antagonsimos. Cuando, para sorpresa de todos, Clough sustituye a Revie en el Leeds, los resultados son catastróficos, demostrando que en las labores corales, el talento del individuo ocupa un papel secundario. Ante el vacío más absoluto, no hay estrategia que valga.
Clough fracasó en el maldito United, el de Ellan Road y los jugadores violentos, nada que ver con Manchester y su teatro donde se fraguan los sueños. Duró tan solo 44 días y fue humillado ante el público, aunque sin ese golpe no hubiese acabado en el Nottingham Forest, otro equipucho sin aspavientos con el que llegaría a reinar en Europa.