La conversión de Momcilo Pesic

Aquella tarde Momcilo Pesic sintió que era un perro mojado. Untó algo de queso en un panetone y comió sin ganas mientras pensaba en viajar a Wuppertal. – Válgame Dios, a mi edad! A la sazón veinticinco años, pero Momcilo se había apropiado del pesimismo eslavo y lo multiplicaba por diez, tanto si hablaba de…