Algunas mañanas, al leer las noticias, fijarse en los titulares es como recordar viejos estribillos. Las letras, las melodías, algún temón pegadizo.
Los más resultones vuelven al cabo de temporadas en la nevera o en el exilio, que es donde esperan las modas a que su gloria regrese, cosa que ocurre siempre desde hace un tiempo.
Se vive en directo un eterno retorno de diferidos, ya sea en música, por ejemplo, o en las cuestiones de actualidad que nos ocupan en este sitio, de modo que al contemplar el presente, dudamos si es una copia o alguna profecía que se ha cumplido con creces.
Los acontecimientos se van sucediendo dispuestos en tramas que se enrevesan, se estiran y algunas desaparecen, canceladas por el fulgor aparente de un directivo o por perder el favor del público.
Al cabo de varios capítulos, siguen dinámicas propias del género periodístico, ajenas del todo a la realidad matriz, si es que algún día esta se tuvo en cuenta. Son muchos los guiones donde el parecido con los trasfondos reales no es más que una coincidencia.
El resultado es un fondo de armario acotado en categorías cuya etiqueta es tan eficaz o arbitraria como cualquiera, de modo que se organiza atendiendo a las estaciones, colores o preferencias varias que ponen orden al cosmos, la antípoda racional del caos, y cada cual que elija lo que prefiera.
Política, sociedad, deportes… De a poco surgen secciones nuevas en paralelo a las sensibilidades que traen los tiempos, con resultado idéntico pese a todo: importan mucho el negocio y el adoctrinamiento, que a fin de cuentas van de la mano desde el principio.
Es este el eterno retorno que complicó Nietzsche de forma tan críptica para decir que la vida es cíclica, o es que en el culebrón de los acontecimientos nos hemos quedado sin temas y toca ya repetirse con los que dan más juego? Los odios y las pasiones funcionan siempre, solo hay que modificar el nombre de los protagonistas.
Ya lo sabían los griegos, y los antepasados de estos: cualquiera que viese la primavera o el sol poniéndose; el ciclo vital en definitiva, que no era accesible solo para Parménides o su revival contemporáneo vía Kundera, otra vuelta de tuerca sobre una idea tan simple como efectiva que el escritor checo reformuló con éxito más literario que filosófico.
Si en medio de esto aquí en Occidente nos hemos creído lo de la vida como película con planteamiento, nudo y desenlace final, no es solo por el cariz cristiano que fueron tomando los acontecimientos. La Creación y el Día del Juicio nos proporcionan un marco claro, pero es nuestro nacimiento y muerte lo que nos hace que planteemos la vida como una trama compleja y única.
A lo largo de ella, poco de lo que ocurre tiene una explicación sencilla, así que es mejor juntarlo como se pueda en categorías y etiquetar lo que se repita, o mejor aún, ponerle una melodía y un estribillo simple que nos ayude a memorizarla y a respirar tranquilos cuando escuchemos de nuevo la misma vieja canción de siempre.