Hoy vamos con la receta para posicionarnos ante cualquier conflicto. No importan lo complicado que sea ni el número de factores en juego: en dos cómodos pasos sabremos cómo tomar partido.
1º-Si es usted un Estado, demuestre soberanía y actúe por interés, ya sea que hablemos del propio o del de su superior inmediato. En caso de ser individuo, escuche a sus filias y fobias por encima de todo. No deje que los corsés de cultura e ideología le impidan ser verso suelto. La incorrección política es su divisa, no está usted hecho para el redil.
2º-Una vez elegido el color de la causa y sus extras, atice a desconocidos y amigos como un converso, vuelque energía contra sus propias filas en busca de sospechosos de alta traición.
Una vez hecho esto, no tema. Independientemente del bando elegido, sabrá encontrar argumentos y dispararlos en batería contra el que venga, aunque sea para posicionarse tímidamente porque le asaltan dudas. El titubeo es para los débiles y usted no lo es, así que sus andanadas son buenas porque la causa es justa.
Tenga también en cuenta que la firmeza es fundamental: reconocer el valor de los argumentos rivales es invocar la derrota, así que esgrima el fantasma del bulo y la teoría conspirativa a las primeras de cambio. Los tiempos son tan confusos que, de algún modo, tendrá razón.
En cuanto a los argumentos propios, no se complique, los conceptos abstractos le vienen al pelo. Azuce el pendón de la libertad, del progreso o de cualquier otro valor en alza, con especial mención para el terrorismo y luchar contra el susodicho. El terror es un bien preciado, no deje que el enemigo se lo dispute. Por último, si todo esto falla, aún queda un as en la manga: la fe. Es el recurso por excelencia desde los tiempos inmemoriales, y donde esté un Deus ex machina, que se quiten todas las pruebas. Si no tiene una, actúe por cercanía; a fin de cuentas, todas ofrecen lo mismo y la tarifa es muy parecida.
Llegado este punto, la causa inicial de su estrategia y desvelos habrá perdido sentido, puesto que lo que usted piense o diga no va a influir para nada, ni en la cuestión de fondo, ni entre sus conocidos, así que tómese esto como un ejercicio para la mente, como un sudoku si quiere, pues le mantiene activo y conectado a la sociedad.
Por otro lado, lo que ha aprendido puede reproducirse punto por punto con otros temas, basta cambiar la bandera o las siglas. Mantenga el paso firme que le caracteriza y será invencible. Cuando los ecos de la batalla en curso hayan mutado en runrún de fondo, sabrá cómo responder a otros desafíos. Recuerde: tan solo dos pasos, pero que sean firmes.