Los casuals son una cultura urbana surgida en el área de Liverpool-Manchester a finales de los 70. Sus ingredientes: fútbol, violencia y moda. Sobre los dos primeros, poco que añadir (los años gloriosos de los hooligans los tuvieron a ellos como protagonistas). En cuanto a la moda, representan la nueva versión del dandismo obrero: chicos duros de los suburbios muy preocupados por el vestir. Pelea sucio, viste elegante, que se decía.
Sus señas de identidad son las prendas sport combinadas con clásicos de ADN británico. Track jackets, chándals, gorras de béisbol y chubasqueros. Mención especial a las zapatillas, su auténtica parafilia hasta nuestros días. Marcas de cabecera: Sergio Tacchini, Fila, Lacoste, Ellese, Burberry’s, Acquascutum. Y Adidas, no puede faltar. De dónde sacan la pasta? Hurtos, asaltos, también ahorro (no todo es jauja para los tipos duros).
Qué hay de su relación con la música? No mucho, a decir verdad. Más bien, nada definitivo. Los casuals son de las pocas culturas (quizá la única) que no surgieron al lado de un boom musical, un nuevo estilo, algún revival con gusto. Tampoco se definieron en este aspecto pasado el tiempo. Es obvio que escuchan música aquellos que pueblan las gradas, pero no forma parte del triunvirato citado antes. Fútbol, violencia, moda. El resto no es principal.
Las películas «Awaydays» y «The Firm» reflejan muy bien los inicios de la cultura casual.
Dejando claro que no es una variable clave en esta cultura, sí hay ciertos grupos y estilos canónicos, o al menos colaterales. Pop británico y electrónica se convirtieron en evangelios para los hooligans, que a veces siguen a ciertos grupos por simples razones estéticas. Que algunas bandas vistan al modo casual hace que su sonido se vuelva atractivo (britpop, Arctic Mokeys). En otros casos es al revés: los chicos duros mezclan las gradas con escenarios y arrastran a gente por el camino. Así ocurrió con The Farm. Peter Hooton, su líder, es además uno de los divulgadores que pone cara a esta cultura.
Hechas ya las presentaciones, vayamos al tema con un decálogo de esos que gustan al periodismo y al público. Canciones imprescindibles (u orientativas) para saber qué música resulta aceptable para los casuals. Para seguir un orden, nos decantamos por la cronología, pues los estilos son tan diversos como curiosos. Allá vamos.
1-Joy Division: Love will tear us apart (1979) Puede que el casualismo naciese en Liverpool, pero la música la puso Manchester desde el principio (los Beatles quedaban atrás). Allí nació el sonido oscuro y profundo de Ian Curtis, que encaja en las gradas y donde sea.
2-Roxy Music: Avalon (1982) Bryan Ferry inspirando a los hooligans? Cosas más raras se han visto, y para muestra un botón. Fue un referente estético para los Perry Boys, versión local mancuniana del casualismo que analizamos. Su corte de pelo wedge, con el flequillo hacia un lado, lo convirtió en un dandy a seguir, por más que su música sirviese para tomar el té.
Bryan Ferry o The Smiths mantienen una relación tangencial con la cultura casual.
3-The Smiths: Handsome Devil (1983) De no haber escrito canciones, Morrisey podría haber sido un hooligan sin problemas. En cambió, optó por emular la mordacidad de Oscar Wilde y compuso temas. En éste, el diablo es una mujer.
4-Echo and The Bunnymen: The Cutter (1983) En los 80 Liverpool mandaba en el fútbol, pero ya no sobre el escenario. Este grupo fue una especie de gol del honor, un tanto para salvar los muebles ante las bandas de Manchester. La influencia electrónica se deja notar en las producciones. Era el espíritu de la época.
5-New Order: Blue Monday (1984) Muchos aún se preguntan cómo de la negritud de los Joy Division pudo surgir esta explosión antitética. Y electrónica, para más señas. Nos vamos aproximando a las pistas de baile.
6-A Guy Called Gerald: Vodoo Ray (1988) Saltamos de la electrónica al acid house, del escenario a la pista de baile, mezclando Manchester con Ibiza y grandes dosis de éxtasis. El Segundo Verano del Amor (guiño a los hippies de San Francisco) inundó las islas de sonido «baleárico» y smilies felices. Eran los años grises del tatcherismo, razón de más para evadirse bailando. Sonrían, por favor.
7-The Stone Roses: Made of Stone (1989) Los top boys del sonido «Madchester» sirvieron de puente entre décadas, uniendo el vanguardismo de los 80 con la mirada neoclásica del britpop. El eslabón entre Joy Division y Oasis no se perdió, pero quedó algo oculto entre ellos.
El vínculo con la cultura casual es visible en grupos como los Stone Roses u Oasis.
8-The Farm: All together now (1991) Cambiamos de década con este casual metido a músico, o al revés. Además de este tema que convirtió a su grupo en un «one hit wonder», Peter Hooton también publicó un libro sobre su club, el Liverpool, y participó en documentales sobre la escena casual. Más tarde, su tema se convirtió en himno para la selección inglesa en una Eurocopa. Corría ya 2004.
9-Oasis: Roll with it (1995) Los Gallagher pusieron sonido y cara al britpop y a la Inglaterra de los 90. Su estilo era el casualismo imperante en aquel momento, mezclado con guiños a los 60. Por si no fuese suficiente, este tema causó una pelea de Liam con Paul Gascoigne, otro mito de aquellos días metido a hooligan. Más británico no se puede.
10-Arctic Monkeys: When the sun goes down (2006) Treinta años después, el casualismo mantiene su hegemonía en la grada y también en la calle. El otro no lo sabemos, pero este universo sí que está en expansión. La nueva hornada encumbró como referente a este grupo de Sheffield, enclave de la Inglaterra obrera que rompe el triunvirato de las ciudades grandes y añade otro poco de sofisticación.
Éste es solo un decálogo orientativo, una muestra imperfecta que podría cambiarse por otra sin que pasase nada. Hay grandes ausencias, como Housemartins, e inclusiones menores que siembran dudas, pero no está tan mal para tratar lo que trata. Tengamos presente que hablamos de casuals, la única subcultura sin música definida.
*En la foto principal, portada del documental «Casuals», narrado por Peter Hooton, un raro ejemplo de conexión explícita entre música y casualismo.