El V-sign o poner los dedos en forma de V con la palma mirando hacia dentro se ha convertido en uno de los gestos más repetidos a la hora de posar en las fotos. Aunque originalmente era una grosería cuyo mensaje solo se comprendía en los países anglosajones, las redes sociales le han dado un carácter global y un nuevo significado que, como suele ocurrir en los casos de apropiación cultural, difiere bastante del que tenía en principio.
Desafío e irreverencia con solo mostrar dos dedos.
Así, de ser un gesto obsceno equivalente a una peineta, ha pasado a ser un inofensivo tic con el que muchos adolescentes superan el trago de posar ante la cámara cuando no saben qué hacer con las manos. Puede que en el futuro lo vean como un aspecto más de su atrezzo de juventud, pero a aquellos que permanezcan ajenos a modas y poses efímeras, quizás les interese conocer el origen de esta expresión.
La leyenda dice que el V-sign surge en 1415 tras la batalla de Agincourt, en la que los arqueros ingleses barrieron a la flor y nata de la caballería francesa en el contexto de la Guerra de los Cien Años. Aquel día, no más de 2 mil plebeyos armados con arcos largos (longbows) se saltaron las jerarquías sociales matando a miles de aristócratas galos antes de que éstos pudiesen estar lo bastante cerca como para ensartarlos. Teniendo en cuenta que los arqueros tensaban sus armas con los dedos índice y corazón, mostrarle esos dedos a un enemigo que solía amputárselos cuando los capturaba era un recordatorio humillante de lo que había pasado, y así quedó en el recuerdo de las generaciones futuras.
Arqueros ingleses en Agincourt (1415). Sus dedos letales dieron origen al mito sobre el origen del V-sign.
Sin embargo, esta historia de resiliencia y orgullo británico es tan apócrifa como cualquier leyenda. No hay documentos contemporáneos que puedan corroborarla, ni existen pruebas definitivas de que tal gesto se utilizase no ya a principios del s.XV, sino con anterioridad a 1901. Por otra parte, la única crónica que registra algo parecido a lo que contamos es la del borgoñón Jean de Wavrin, quien tras haber luchado con ambos bandos en distintas fases de la contienda, dejó constancia de que los franceses no solo amputaban dos dedos a los arqueros británicos, sino que les cortaban los tres que en realidad usaban para tensar sus arcos.
Siglos más tarde, el célebre Winston Churchill popularizó otra versión de este gesto, una V de la victoria que representaba la resistencia frente a los nazis. Con más fantasía que racionalidad, otros atribuyen la paternidad del invento al ocultista Aleister Crowley, que buscaría contrarrestar el poder alegórico de la esvástica. En cualquier caso, quizás por tener un mensaje más positivo, la V de la victoria se convirtió en un símbolo universal que perdura hasta nuestros días.
Algunos pretenden que el V-sign con connotaciones obscenas es la versión irreverente del gesto de Churchill que acuñaron los punks a finales de los 70, pero esta idea tampoco es correcta, ya que el V-sign zafio es muy anterior a la irrupción del premier británico. La prueba documental más antigua de que fue antes el grosero que el victorioso es en una grabación de 1901 en la que un obrero de Rotherham muestra a la cámara su disconformidad, lo cual confirma que el gesto ya estaba lo suficientemente extendido como para no precisar de explicaciones adicionales.
Winston Churchill y la V de la victoria. Aunque célebre, su gesto no es el origen de la versión menos educada.
Así pues, desconocemos cuál es el origen exacto del v-sign y es probable que no lo sepamos nunca, ya que no es fácil que se conserven pruebas de rasgos tan intangibles como gestos, connotaciones u otros aspectos inmateriales. En cualquier caso, sí sabemos de dónde no vienen, lo cual supone un avance por mucho que a cambio se queden por el camino historias apócrifas tan curiosas como las de Agincourt o de Churchill.