Desde hace unos años, el Londres clásico de ladrillo y mármol se ha visto invadido por rascacielos. Decenas de torres acristaladas conforman un skyline futurista que rompe la imagen tradicional de una urbe de escasa altitud y jardines, en la que la modernidad la aportaba la forma de vida más que la arquitectura.
El nuevo estilo incluye perfiles acentuados, entre los que destaca la singularidad de The Shard. Plantado en la orilla meridional del Támesis (siempre a rebufo del lado norte), resalta su altura con forma afilada y en soledad. Sin escuderos que le hagan sombra, como en Canary Wharf o la City, ofrece 300 metros que lo convierten en techo del Reino Unido. Teniendo en cuenta los precios de Londres, el resultado es el rallador de queso más caro del mundo (al menos, ése es su apodo).
Quién tuvo la liquidez suficiente para afrontar la factura, máxime conociendo que es un diseño de Renzo Piano? Imaginamos a grandes jeques del Golfo o a oligarcas de hidrocarburos rusos, pues solo un negocio de dimensión estatal podría cubrir los gastos desmesurados. Y sin embargo, resulta que el promotor fue Irvine Sellar, un comerciante avispado que empezó vendiendo prendas para los mods.
El nuevo Londres con rascacielos desde finales del s.XX. En la cima de todo, The Shard.
Viajamos a los 60, cuando Inglaterra se sacudía la oscuridad grisácea de la posguerra y diseñaba un futuro nuevo a golpe de consumismo. En esos años de efervescencia, la juventud quería comprarse cosas para pasarlo bien, y qué mejor que comenzar el despegue por uno mismo, con ropa y discos que definiesen estilos «únicos».
Un sastre escocés, un tal John Stephen, tomó la ola en primer lugar, montando una tienda para esos jóvenes consumistas en una calle del Soho. En ella tenían lo necesario para alejarse de los mayores, vistiendo y viviendo de una manera distinta. Stephen se consagró, por eso los más despiertos se apoderaron de su receta y la pusieron en marcha en la misma calle, un sitio de perfil bajo llamado Carnaby.
Entre ellos estaba Irvine Sellar, que algo sabía de moda, pero sobre todo sabía leer los negocios: por cada chica que se subía al carro de la vanguardia, había un chico a su lado. Por qué no venderle prendas a todos? Y Sellar apostó todo a una carta.
Irvine Sellar al frente de su emblemática tienda de Carnaby Street (1970)
Había empezado de dependiente en Chelmsford y luego montó una sastrería en St.Alban (pequeñas ciudades del cinturón de Londres), pero en 1964 se trasladó al meollo. Su tienda en la calle Wardour fue solo el principio, pues esa zona del Soho tenía vínculos con el mundo del cine y de la farándula. Los beneficios los invirtió en el epicentro de la renovación: al Carnaby mágico que John Stephen había reconvertido en oro.
1965, Carnaby Street. Siguiendo su instinto, Sellar alumbra a su buque insignia: la tienda Mates, pionera en moda unisex. Las chicas compran, los chicos gastan, por qué no venderles a todos al mismo tiempo? A diferencia de John Stephens, la calidad era secundaria: la moda va y viene, las prendas no tienen por qué durar.
La idea prospera de forma instantánea, y en 1969 ya son 24 tiendas en Inglaterra. Con solo 32 años, a Sellars (aún no ha quitado la «s» de su apellido) le ha dado tiempo de convertirse en uno de los hombres más ricos del Reino Unido, con casa en Brighton y un piso enorme en el centro de Londres. La fórmula era sencilla: tiendas baratas con ropa para ambos sexos.
Sellar sabía que aquello no podía durar, la moda es un mundo efímero. El historiador Nick Cohn recoge una frase suya a ese respecto, en la que justifica su progresivo distanciamiento respecto a la escena mod: «Esto es un negocio, y cuando tienes uno, tus gustos importan menos que el beneficio, o deberían. La gente trata de etiquetarme, pero no soy un monstruo, soy un ser humano como cualquiera». Su pragmatismo le había pasado factura en determinados ambientes, pero a cambio era más rico que los que perdieron todo tras la burbuja del Swinging London.
Un establecimiento de la cadena Mates, pionera en moda low cost unisex. Vinculada a la escena mod al principio, acabó convertida en ejemplo de main stream.
Con esa elasticidad por bandera, las tiendas Mates se convirtieron en la segunda cadena textil más grande del Reino Unido, con más de 90 establecimientos en 1981. Considerando agotado el formato, Sellar se lo vendió ese mismo año a un grupo inversor de Sudáfrica.
Desde entonces, Irvine Sellar se dedicó a los negocios inmobiliarios, mostrando de nuevo su olfato y carácter práctico. Ya no volvió al sector de la moda, donde no tiene el status de John Stephen, aunque nunca lo había querido. Sellar fue un empresario nato que supo aprovechar el momento. El resultado son dos de los grandes hitos del Londres contemporáneo: una parte de Carnaby Street y del Swinging London, y el rascacielos más alto de la ciudad.