La cazadora Harrington es de esas prendas que pega con todo y le arregla el look a cualquiera. Admite cuellos diversos y pantalones de todo tipo, de modo que usando bien los colores, se puede lograr un aspecto ejemplar. No es fácil llegar a un punto intermedio entre lo sport y lo trendy, pero la eterna duda entre los polos opuestos queda resuelta apostando por esta chaqueta.
Como prueba de su versatilidad, no solo es imprescindible para los skinheads o los mods, sino que fue adoptada por culturas y grupos de todas las épocas, algunos de ellos en las antípodas de su aspecto.
El origen de este clásico del diseño se remonta al Manchester industrial de los años 30, en el que John e Isaac Miller producían las gabardinas que hicieron famosas marcas como Burberrys o la aún más elitista Aquascutum. Conocedores de los secretos de la fabricación de géneros de algodón, los hermanos Miller lanzaron su propia marca en el 36, año de nacimiento de Baracuta.
El éxito de la marca condujo a sus propietarios a un rápido ascenso social, corroborado por su admisión en el Club de Golf de la ciudad del Irwell. Este hecho, más que una anécdota en su vida privada, resulta esencial para entender el origen de las chaquetas Harrington, pues éstas se concibieron pensando en la práctica de este deporte.
Diseñadas para aguantar el viento y la lluvia al tiempo que permitían los movimientos ágiles, el golf es el origen de su nombre de fábrica y de su primer sobrenombre, que pronto eclipsaría al original.
Siguiendo la tradición industrial, los hermanos Miller se limitaban a bautizar sus diseños con códigos alfanuméricos, correspondiendo a la futura chaqueta Harrington el insípido nombre de G9, en el que la letra G es una clara alusión al golf. Debido a las escasas posibilidades comerciales de esta etiqueta, y en otro evidente guiño a su origen golfístico, la cazadora empezó a ser conocida como «swing jacket» en algunos países como Japón, a donde era exportada con regularidad.
Ligera, cómoda y con elástico en cintura y puños, faltaba el ingrediente final para lograr la receta definitiva. Estamos hablando, evidentemente, de su clásico forro interior de tartán. Pese a que a simple vista es solo un diseño estándar, la tradición escocesa establece un patrón distinto para los diferentes clanes, de modo que cada tejido cuadriculado es una seña de identidad.
Por este motivo, en 1938 John Miller pidió permiso a Lord Lovat, 24º jefe del Clan Fraser, para emplear el tartán propio de su familia como parte de la cazadora G9. Con ello buscaba elevar su status aportándole un poco de pedigree nobiliario. Sin duda lo consiguió, pues Lord Lovat sería definido por Winston Churchill como «el hombre más refinado que puede rajar gargantas» debido a su papel como comando en la 2ª Guerra Mundial.
Ya con su configuración definitiva, la G9 fue aumentando su popularidad, sobre todo desde su entrada en los Estados Unidos en 1950, cuando empezó a ser utilizada por actores y músicos como Bob Hope, Bing Crosby o un Ronald Reagan aún emergente.
Sin embargo, este éxito provocó otras marcas sacasen prendas análogas que también alcanzaron ventas considerables. Es el caso de la casa americana McGregor, cuyo modelo Drizzler se hizo enormemente famoso por ser la chaqueta que llevaba James Dean en «Rebelde sin causa» (1956). Baracuta devolvió el golpe dos años después, cuando Elvis Presley lució el modelo G9 en la película «King Creole».
A pesar de ser ya un icono a nivel mundial, la cazadora firmada por Baracuta carecía aún del nombre que hoy la define. Éste le llegaría, una vez más, gracias al mundo del espectáculo, pues era la prenda característica de uno de los protagonistas de «Peyton Place», una de las series televisivas más famosas de los 60. En ella, un joven Ryan O’Neal interpretaba a Rodney Harrington, cuyo apellido pasó a dar nombre a la ya clásica G9.
El autor del afortunado bautismo fue John Simons, propietario de una tienda de moda de hombre situada en el centro de Londres. Desde entonces, muchas otras estrellas la utilizaron, destacando entre ellas el golfista Arnold Palmer o los célebres Frank Sinatra, Gregory Peck y Steve McQueen, que la llevaba puesta cuando fue portada de la revista Life en julio de 1963.
La definitiva eclosión de la Harrington coincidió en el tiempo con el nacimiento de las culturas mod y skinhead, que inmediatamente la convirtieron en una de sus prendas fetiche. En busca de un aspecto cómodo pero elegante, los mods londinenses buscaron inspiración en la juventud universitaria estadounidense, cuyo referente era la «Ivy League». Agrupaba a las ocho principales universidades de todo el pais, y de sus miembros tomaron también otros aportes estéticos como los loafers.
Debido a este origen, el color más frecuente de la también llamada «Ivy jacket» fue, en un primer momento, el beige. Habría que esperar al revival de los 70 y el surgimiento del punk para que se popularizaran otros colores hoy más frecuentes, como el granate o el negro.
Fue precisamente la eclosión del punk y el resurgir de la escena mod y skinhead a finales de los 70 lo que prolongó el éxito de la G9, logrando que su presencia se haya mantenido ininterrumpidamente hasta nuestros días, ya sea por medio del modelo original patentado por Baracuta, o mediante alguna de las múltiples versiones que de ella han hecho otras marcas.