La mayoría de los aficionados a la cultura mod oímos hablar de Mel Ramos gracias al tema de Los Flechazos, y el que no, ya puede pisar con garbo y lucir galones. La letra era rara al principio, y aunque tenía poco sentido, al menos sonaba bien. Después te enterabas de que el Mel de la chica no era un ace-face que presumía de sus conquistas, sino un pintor que formaba junto a Roy Linchtenstein y Andy Warhol el triunvirato del arte pop.
Resulta que esa chavala que Cooper (entonces Álex) idolatraba, era un trasunto de los amores platónicos con pinceladas mod, y que si bien no existía, sí que podía encontrarse en los cuadros del tal Mel Ramos, subida en un hipopótamo o anunciando paquetes de cigarrillos.
«Hippopotamus 1967», la obra de Mel Ramos que inspiró la canción «La chica de Mel» del grupo leonés Los Flechazos.
Su creador había alcanzado la fama llevando la imagen clásica de las pin-ups hacia terrenos más comerciales al presentarlas junto a productos de uso masivo, siguiendo la línea que había empezado Andy Warhol con sus retratos de Marylin Monroe y sus pinturas de sopa. En ese contexto de consumismo y sexualidad explícita, las chicas voluptuosas representaban el canon estético de la América del derroche.
Pero no todo eran referencias locales, pues aunque Ramos pegaba con el perfil artístico de su entorno, sus influencias tenían una profundidad mayor, con Zurbarán, Velázquez y Goya al lado de vanguardistas como Picasso y Dalí.
Sería éste último quien le daría el impulso definitivo a su vocación al descubrir con 14 años al genio loco de Cadaqués y empaparse de surrealismo y de expresionismo abstracto, el estilo hegemónico en los Estados Unidos por mor del apoyo de las instituciones a sus creadores, pues si hay algo gregario y sujeto a caprichos, es la vanguardia artística. En ella, los rusos llevaban la voz cantante, así que la CIA inundó la cultura con galerías y fajos, con mecenazgo y simposios para exaltar a pintores afines, ya fuese porque eran paletos de las llanuras que no sabían nada de vanguardismo soviético (como en el caso de Pollock), o porque eran foráneos asimilados que, como De Kooning o Rothko, tenían el valor añadido de provenir de lejos e incluso del Imperio del Mal (Marcus Rothkowitz, nacido en Letonia, entonces Imperio Ruso).
Williem de Kooning y Salvador Dalí marcaron la evolución artística de Mel Ramos. La influencia del segundo es evidente en el tratamiento del color, la composición y la luz.
Sin embargo, Mel Ramos se distanció del expresionismo beatnik a principios de los 60 y pasó a pintar mujeres rotundas escasas de ropa, ya fuesen sacadas del universo cómic o de la publicidad que inundaba todo.
Con esos mimbres nació el pop-art, el nuevo estilo oficial en los Estados Unidos y sus países satélite, necesitados de una vanguardia capaz de representar su ethos capitalista y de negar la influencia soviética, sin duda más peligrosa en las artes que en lo tocante a productos de consumo masivo.
Y hablando de consumismo y moda, allí estaban los mods, herederos ingleses del elitismo beatnik, dispuestos a asimilar cualquier creación que sonase a vanguardia. Desde principios de los 60 cubrieron su origen obrero con arrogancia hedonista y vivencias plagadas de ritmo y refinamiento. Qué mejor forma de demostrarlo que ser elegantes y mostrar interés por el arte?
Chicas, cómics y consumismo, los elementos básicos del pop art. Mel Ramos negaba haber sexualizado la figura de la mujer. Afirmaba tratar un tema universal, aunque su enfoque le enfrentó a buena parte del feminismo desde los años 70.
Aparte de músicos turbios ligados al blues y el jazz, los modernistas completaron su imagen con referencias a artistas plásticos como Mel Ramos o Jasper Johns, quien, a imitación de Andy Warhol, creó una serie con variaciones cromáticas que convirtió a la diana RAF en símbolo de los mods1.
En lo tocante a Mel Ramos, su admiración por Dalí y Picasso le llevó a tener un vínculo muy estrecho con Catalunya, a donde llegó buscando la inspiración que llevó al malagueño a transformar la pintura. “Todo lo que sé lo aprendí en Horta”, diría en referencia a Horta de Sant Joan, el pueblo de Tarragona donde alumbró el cubismo.
Allí vivía Mel Ramos seis meses al año desde los 60, una época que contribuyó a reflejar en sus cuadros y cuyo influjo perdura hasta hoy.
El cómic fue una constante en la obra de Ramos. Su versión de un personaje de los años 40 fue a su vez adaptada por «Rage Against the Machine» para la portada de su disco más celebrado.
1-Ver el artículo “Diana mod: el símbolo de una generación” en este mismo blog.